domingo, 20 de noviembre de 2011

Un paso (IV)



IV.Igual no es tan tonta
A Camille Staunton se le desencajo la mandíbula por segunda vez en el día y al colocársela de nuevo estuvo segura de que aquello no podía ser sano, la habitación que se abría ante ella no se parecía nada a la cueva satánica que había imaginado, era como la suya, había una cama con edredón rojo, enfrente de una mesa con un ordenador portátil y abundantes estanterías, dos mesitas con baldas y un gran armario. No había nada fuera de lo común, pero lo que realmente le sorprendió fue el libro de cubierta roja que brillaba sobre una de las mesillas. Con un grito demasiado ridículo incluso para ella, se lanzó agarrando el enorme tomo con ambas manos, no podía creerlo, faltaban dos meses para que saliera a publicación, llevaba dos años esperando por aquel título, “El teatro de los muñecos rotos”
Cara Rice alzó una ceja cuando escuchó aquel ruidito, y esta vez sí que no pudo contener una carcajada, pero la otra no le hizo el menor caso y siguió observando su novela recién salida de imprenta como si se tratara del mayor tesoro, de hecho, Cara lo consideraba así. Una de las ventajas de ser hija de una editora era que se podían conseguir copias de muchos libros antes de que se publicaran, por lo que ella siempre sabía lo que iba a ocurrir cuando el resto de lectores comenzaban a leer la primera línea. Entonces indicó a la rubia que debían comenzar su tarea, por muy frustrante que resultara, luego se aseguró de limpiar las marcas de dedos de la cubierta sin que Camille se diera cuenta.

martes, 18 de octubre de 2011

Un paso (III)



III.Tal vez no sea tan rara
Un trabajo. Un maldito trabajo. Por culpa de aquello tenía que ir a casa de Cara Rice, aunque prefería eso que llevarla a su hogar. Caminando por la estrecha calle de nuevo miró el recorte que la chica le había dado con la dirección viendo asqueada que la tinta había comenzado a deslizarse por el papel, probablemente por el sudor de su mano, aunque jamás reconocería eso, prefería pensar que era por culpa de Cara, por seguir usando pluma en el siglo XXI. Finalmente y a pesar de sus inconvenientes consiguió llegar a la calle correcta, aunque el número de la casa se había borrado ya, por suerte en el número veintitrés estaba la morena apoyada. Al verla a Camille casi se le desencajó la mandíbula, ni siquiera parecía ella, llevaba una camiseta azul oscuro, unos vaqueros grisáceos algo desteñidos y ajustados, y unas zapatillas de andar por casa de color gris claro.
Cuando observó el aspecto que lucía Camille, Cara tuvo que hacer verdaderos esfuerzos para no echarse a reír, la princesa llevaba un vestido azulado que llegaba hasta por debajo de sus rodillas con lacitos en toda su extensión, unas medias negras de con motitas y unos zapatitos de muñeca, el cabello con tirabuzones de fijador recogido en dos coletitas y un lazo enorme entre ambas, estaba segura de que la rubia se había visto preciosa en el espejo pero a su entender no podía estar más ridícula, aun así no tenía más remedio que hacerla pasar. Con un gesto le indicó que entrara guiándola escaleras arriba hasta su habitación donde estaba el ordenador para hacer el ejercicio.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Un paso (II)

El segundo capítulo de la historia de Camille Staunton y Cara Rice.





II.Molestia insoportable
Estaba sumamente ofuscada, por un simple voto no había podido sacar adelante la propuesta de remodelación de los jardines, el voto de Cara Rice, al finalizar la hora de tutoría se acercó al pupitre más alejado de la pizarra, al más apartado de todo el aula donde la chica tranquilamente dibujaba sobre el contrachapado. Colocó la hoja que debía firmar frente a su cara y le ofreció su bonito bolígrafo rosado. Cuando Cara lo miró con repulsión rebuscando en su estuche una pluma negra Camille no pudo evitar preguntarse por qué siempre llevaría aquel collar de pinchos y los elaborados anillos que tan solo daban miedo, pero esto dejó de importar cuando vio como la chica tachaba el lugar donde debía ir su nombre anulando el papel entero.
Cara observó divertida como la princesa se ponía roja de ira y comenzaba a hacer una rabieta que muchos bebés habrían envidiado, cuando no pudo aguantarlo más se carcajeó en su cara provocando que las venas del cuello de Camille se hincharan tanto que amenazaran con explotar. Todo el resto de alumnos ya habían salido al recreo de tal forma que Cara pensó en hacer lo mismo así que se levantó abandonando la clase y a la chica que no podía contener su rabia. Como cada día Cara llevaba un libro de más de quinientas páginas en la mano, pues de otro modo se habría aburrido sobremanera, lo abrió exactamente por la página número ciento treinta y siete y comenzó a leer con interés, le importaba muy poco el enfado de Camille Staunton, de hecho se alegraba, tal vez aquella niña tonta aprendiera una buena lección.

martes, 9 de agosto de 2011



Completamente solo en el amplio campo observó las flores ya secas del mes pasado, no las había cambiado aún, se agachó apenas un momento tomando una de ellas entre sus manos, mirándola, estaba tan seca como su corazón.
Los pétalos de la rosa marchita bailaron ante su cara, dispersándose en el viento, mientras sus dedos abandonaban el tallo seco dejándolo caer, junto con los restos de las lágrimas que llenaban su cara. Nunca había sentido nada parecido por nadie, nunca había amado de aquella manera, ni sufrido tanto. Aunque era algo que jamás había pedido… todo ese dolor, un dolor tan inexplicable, tan fuerte, aquella agonía que le acompañaba cada mañana, cada tarde y cada noche, la agonía que le hacía perder las ganas de vivir. Sin embargo cuando pensaba en él sus ojos se seguían iluminando, su sangre se seguía acelerando y su corazón seguía amando su recuerdo.
No puedo vivir sin ti, simplemente no puedo… no quiero olvidar el brillo de tus ojos, la amabilidad de tu sonrisa y la calidez de tu voz. No quiero despertar un día y descubrir que ya no te echo de menos.
Se negaba a aceptarlo, temía olvidar su cara, el sabor de sus labios, temía incluso olvidar que le había amado tanto. Se arrodilló acariciando la piedra helada con una mano, mientras el viento continuaba revolviéndole el cabello. Porque realmente no deseaba dejar de sufrir, su dolor era la constatación de su humanidad, era lo que protegía el recuerdo de aquel por el que habría dado la vida entera.
Miró hacia el cielo gris de tormenta, pensando en si estaría siendo observado desde allí arriba, pues estaba seguro de que él solo podía haberse convertido en un ángel.
Con lentitud sacó las flores frescas de debajo del abrigo colocándolas, arrojando por fin las antiguas a un lado, las rosas rojas brillaron sobre la piedra oscura, haciéndole recordad sus labios siempre curvados en una cándida sonrisa.
No quiero decir adiós, temo perder lo poco que me queda de ti, jamás había amado hasta que te vi, y sé que jamás amaré ahora que te has ido, pero me asusta convertir mi dolor en una rutina y olvidar por qué sufro.
Era por él, solo por él, como siempre había sido, siempre se había tratado de ellos dos, de sus sueños y de su futuro, que ahora estaba roto, no quedaba nada a lo que agarrarse y se sentía tan solo, necesitaba tenerle de nuevo, abrazar su cuerpo delgado y cálido, necesitaba aferrarse a su amor. Lo necesitaba tanto, cada parte de él gritaba deseando volver a su lado, y ni siquiera podía soportar verle entre sus sueños convertidos en pesadillas, simplemente no podía vivir sin él.
Cuanto habría dado por ser él, habría entregado cada parte de sí mismo si así hubiera podido salvarle, habría renunciado a su propia humanidad solo por verle una vez más.
Su recuerdo todavía le llenaba el corazón, mientras, completamente solo en aquel gigantesco campo azotado por el viento, aun pensaba en él, aferrándose a los recuerdos que desgarraban su alma, viéndolos como su única salvación.
Ahora solo puedo decir que te amo, como siempre he hecho, te amo como jamás he amado, te amo porque fuiste él primero y el último, el único en mi corazón. Necesito tu amor y tu presencia para hacerme fuerte. El dolor de haberte perdido rompió mi alma, pero no acabó con la esperanza. Porque necesito creer que algún día nos volveremos a ver…porque aunque pasen miles de años, aunque olvide hasta tu rostro y el calor de tu cuerpo contra el mío, aunque olvide la felicidad de estar junto a ti y los momentos que aun hoy, cuando estoy envuelto por la tristeza, me hacen sonreír, hay algo que jamás cambiará, y es que te amo.
El tiempo pasa y mientras espero volverte a ver, el amor renace de nuevo.

lunes, 18 de julio de 2011

Un paso (I)

Después de dos mesitos aquí estoy de nuevo, con una pequeña historia en clave de humor, espero que os guste.






I.Odio Profundo


Camille Staunton era la típica niña rubia y tonta, o al menos eso era lo que los demás creían cuando la miraban, pero lo cierto era que Camille era cualquier cosa menos estúpida, de hecho era más inteligente de lo normal para su edad, solo que también era de esa clase de chicas que no muestran su potencial por miedo a ser rechazadas. De esa manera se tenía que guardar el enfado cada vez que alguien le llamaba princesa, lo que le hacía sentir como si no fuera capaz de realizar la más simple de las tareas, pero era de esas otras cosas que no se podían evitar gracias a su empeño por llevar siempre vestidos largos y su manía de rizar cada día su cabello como si de una auténtica princesa antigua se tratara.
Frente a ella, se hallaba Cara Rice, Cara siempre vestía de negro, por supuesto con pantalones no importaba si hacía calor o frío, porque para Cara Rice ponerse faldas equivaldría a morir de una manera lenta y dolorosa. Tenía el cabello ondulado y muy negro, pero pese a lo que habría deseado, su piel era demasiado morena. Era una chica solitaria y callada, demasiado rara como para que Camille le prestara atención, sin embargo Cara nunca perdía detalle de lo que ocurría en la escuela, de hecho si alguien se hubiera fijado en ella se habría dado cuenta de que era más eficaz que una cámara de vigilancia. Le disgustaban muchas cosas, pero lo que realmente detestaba eran las niñas rubias y tontas, por eso desde que Camille Staunton y Cara Rice cruzaron sus miradas, se odiaron a muerte.

domingo, 3 de abril de 2011

Sin título I

Bueno, ahora si que he tardado, pero por una vez tengo excusa...estoy hecha crap y mi cerebrin ya tiene suficiente con lo suyo como para encima andar aquí pensando, aun así, para que veáis lo esforzada que es una escribo esto desde mi lecho de dolor para todos vosotros ^u^
Es el primer texto de muchos que tampoco llevarán título, porque admitámoslo, bastante se le funden a una las neuronas con el relato en sí.

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Puedo escuchar tu voz arrastrada por el viento, ha pasado mucho tiempo desde que la oí por primera vez y desde entonces, a lo largo de los años, he estado día tras día escuchándola deseando poder ver alguna vez al portador de tan bellas palabras.

Caminando por la vereda del camino flanqueado por altas hierbas sigo el sonido moribundo sin alcanzar mi destino jamás, las sombras del desasosiego se ceban con mi alma envolviéndola en tinieblas, y temblando en un rincón no dejo de creer que algún día te encontraré.

Cuan bello es el sentimiento que me invade junto con tus palabras, me da fuerzas para seguir caminando por este bosque de incertidumbre que nunca he abandonado. Sin embargo no es dolor lo que siento, solo deseo, queriendo tal vez atrapar las sílabas que danzarinas, flotan a mi alrededor iluminándome con sus colores, apagando el miedo. Vuelvo a respirar notando que me proteges, a mí, tu mayor perseguidor.

Cuando la mañana llega y siento los rayos del sol en mi cara reemprendo mi camino sonriendo al escuchar tu voz más cerca que nunca, ya casi puedo acariciarte con los dedos. El amanecer me invade iluminando todo el lugar, haciendo que tu figura brille, pero no me acerco, tan solo te observo desde la distancia.

No quiero romper el hechizo que hay entre nosotros, quiero poder seguir amándote.

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La imagen de arriba tiene copyright, pertenece a un artista gráfico japonés, aquí dejo la dirección de su página web http://www.kagayastudio.com/

martes, 15 de febrero de 2011

Canto a la Libertad

Bueno, a partir de ahora voy a ir combinando las entradas del antiguo blog con las nuevas de este, con eso de que los espacios de windows se borrar voy a resubir los artículos más importantes que publiqué allí para que no se pierdan.



Grita, lucha, exige

Vamos, levanta, reclama tu libertad

¿A que esperas? Defiende lo que es tuyo

No te dejes pisar defiende tu libertad


Aunque pienses que no hay nada que hacer

No te dejes convencer

No creas lo que te hacen creer

Piensa en lo que se puede hacer


Lucha por los que te seguirán

Recuerda que es tu responsabilidad

Sueña con lo que se conseguirá<

Únete y haz ese sueño realidad


Grita, lucha, exige

Vamos, levanta, reclama tu libertad

¿A que esperas? Defiende lo que es tuyo

No te dejes pisar defiende tu libertad


Dedicada a todos los leoneses que luchan por la autonomía y a todos los que creen que “no nos van a hacer caso”


¡¡¡VIVA LA LIBERTAD!!!


Lluna

lunes, 24 de enero de 2011

A mi tierra hermosa




Destruyen tus valles para robar tus aguas
mientras tus campos pasan sed.
Observas en silencia cómo destruyen tus tierras.
En otro tiempo fuiste alto y orgulloso
mas hoy te inclinas ante las almenas de tus enemigos.

Despierta y ruge,
Señor de reyes,
defiende tus campos,
defiende a tu gente.

Despierta y ruge,
Señor de señores,
levántate y lucha
por tus pobres valles.

Destruye las almenas de tus enemigos,
inclina a sus gentes,
doblega a su jefe.

Despierta y ruge,
Señor de señores.

Despierta y ruge,
León de leones.

martes, 11 de enero de 2011

For the heart I once had



Soy un monstruo, lo sé, siempre lo he sabido desde el mismo día en que nací. Mirando mí reflejo distorsionado en la copa de cristal con los sonidos de llanto del hermoso muchacho en mis oídos por fin me hago consciente de esa realidad palpable, pero no me importa, ya no quiero ser humano, los humanos luchan, sufren y mueren, yo estoy por encima de eso, por encima del amor… el amor… tan solo un sentimiento, algo tan pequeño y frágil, y que sin embargo hacía tanto daño, pero ya no siento amor, en realidad ya no siento nada.

Levanto la copa observando tenuemente el brillo de mis ojos azules reflejado durante apenas un instante en el líquido carmesí que estoy a punto de ingerir, mientras mis pestañas blancas los hacen brillar fantasmalmente sin embargo eso, como todo lo demás, resulta irrelevante. Bebo de un trago el contenido del recipiente acercándome poco a poco hasta el crío que lloriquea en una esquina, lo levantó tirando de su pelo pero al mirar sus ojos no soy capaz de terminar lo que había empezado al cortarle en la muñeca, aquellas pupilas son demasiado parecidas a las suyas, cierro los ojos y cuando los abro de nuevo sé lo que tengo que hacer, saco a empujones al chico de mi casa dejando que huya aterrado.

Cuando vuelvo a la sala que hace las veces de comedor en el peor sentido de la palabra no puedo evitar reflejarme en el espejo, durante un momento me detengo a examinar los rasgos que durante mucho tiempo he rechazado volver a ver, sigo igual que hace cincuenta años, nada ha cambiado excepto la largura de mi cabello, este continúa blanco aunque ahora llega hasta por debajo de la cintura, siempre recogido en una coleta, mi piel perlada parece brillar como mis ojos del color del cielo. A causa de mi tono capilar cuando me vieron por primera vez me llamaron ángel, pero cuando me conocieron me llamaron demonio. Y eso es lo que soy, un demonio sediento de sangre.

Me doy la espalda y camino de vuelta a mi asiento, la habitación está vacía salvo por la mesa, la butaca y el marco. Este rodea su imagen perfecta, su cabello dorado, sus ojos verdosos y su eterna sonrisa, esa que me hizo creer que podía llegar a ser una persona, pero ya no importa, ya no está para convencerme de esa mentira.


Despierto, no sé cuanto he pasado durmiendo pero no me importa, el tiempo no significa nada para mí, décadas, siglos, milenios, todos tienen el mismo sentido si él, es decir, ninguno. Veo a través del sucio cristal de la ventana que está anocheciendo, por la posición de la luna deduzco que han pasado un par de días, eso quiere decir que la hora ha llegado. Me quito la capa y la chaqueta quedándome tan solo con la camisa y el chaleco, salgo de la mugrienta casa en la que he vivido estos últimos años, no pude soportar ver vestigios suyos en cada esquina del que fue nuestro hogar, otra cosa buena que tiene esta casa es que está muy cerca de la que es su última morada.

Andar entre las tumbas y mausoleos me relaja, y me prepara para llegar hasta él. Al hacerlo me arrodillo y agacho la cabeza tratando de derramar lágrimas, pero mis ojos son incapaces de hacerlo, en su lugar solo me queda gritar todo mi dolor, pero pronto descubro las respuestas a todas mis preguntas. Estoy listo para decir adiós.

sábado, 1 de enero de 2011

Miénteme


Me miro en el espejo,
Las canas llenan mi cabeza,
Compongo una sonrisa
Sin reconocer mi cara en el reflejo.

Tantos años y aun te echo de menos,
Desde aquel último día,
En que lo arriesgué todo,
En que arriesgué mi corazón y lo perdí.

Por qué duele tanto amar,
Me pregunto amargamente,
Dándome cuenta de que todavía te quiero.

Pienso si en algún lugar, muy lejos de aquí,
Hay alguien atesorando los sentimientos
Que una vez entregué.

Porque yo sé que aún guardo
Las bellas mentiras que creí.



Miénteme
Lluna