martes, 18 de octubre de 2011

Un paso (III)



III.Tal vez no sea tan rara
Un trabajo. Un maldito trabajo. Por culpa de aquello tenía que ir a casa de Cara Rice, aunque prefería eso que llevarla a su hogar. Caminando por la estrecha calle de nuevo miró el recorte que la chica le había dado con la dirección viendo asqueada que la tinta había comenzado a deslizarse por el papel, probablemente por el sudor de su mano, aunque jamás reconocería eso, prefería pensar que era por culpa de Cara, por seguir usando pluma en el siglo XXI. Finalmente y a pesar de sus inconvenientes consiguió llegar a la calle correcta, aunque el número de la casa se había borrado ya, por suerte en el número veintitrés estaba la morena apoyada. Al verla a Camille casi se le desencajó la mandíbula, ni siquiera parecía ella, llevaba una camiseta azul oscuro, unos vaqueros grisáceos algo desteñidos y ajustados, y unas zapatillas de andar por casa de color gris claro.
Cuando observó el aspecto que lucía Camille, Cara tuvo que hacer verdaderos esfuerzos para no echarse a reír, la princesa llevaba un vestido azulado que llegaba hasta por debajo de sus rodillas con lacitos en toda su extensión, unas medias negras de con motitas y unos zapatitos de muñeca, el cabello con tirabuzones de fijador recogido en dos coletitas y un lazo enorme entre ambas, estaba segura de que la rubia se había visto preciosa en el espejo pero a su entender no podía estar más ridícula, aun así no tenía más remedio que hacerla pasar. Con un gesto le indicó que entrara guiándola escaleras arriba hasta su habitación donde estaba el ordenador para hacer el ejercicio.