domingo, 20 de noviembre de 2011

Un paso (IV)



IV.Igual no es tan tonta
A Camille Staunton se le desencajo la mandíbula por segunda vez en el día y al colocársela de nuevo estuvo segura de que aquello no podía ser sano, la habitación que se abría ante ella no se parecía nada a la cueva satánica que había imaginado, era como la suya, había una cama con edredón rojo, enfrente de una mesa con un ordenador portátil y abundantes estanterías, dos mesitas con baldas y un gran armario. No había nada fuera de lo común, pero lo que realmente le sorprendió fue el libro de cubierta roja que brillaba sobre una de las mesillas. Con un grito demasiado ridículo incluso para ella, se lanzó agarrando el enorme tomo con ambas manos, no podía creerlo, faltaban dos meses para que saliera a publicación, llevaba dos años esperando por aquel título, “El teatro de los muñecos rotos”
Cara Rice alzó una ceja cuando escuchó aquel ruidito, y esta vez sí que no pudo contener una carcajada, pero la otra no le hizo el menor caso y siguió observando su novela recién salida de imprenta como si se tratara del mayor tesoro, de hecho, Cara lo consideraba así. Una de las ventajas de ser hija de una editora era que se podían conseguir copias de muchos libros antes de que se publicaran, por lo que ella siempre sabía lo que iba a ocurrir cuando el resto de lectores comenzaban a leer la primera línea. Entonces indicó a la rubia que debían comenzar su tarea, por muy frustrante que resultara, luego se aseguró de limpiar las marcas de dedos de la cubierta sin que Camille se diera cuenta.