jueves, 23 de diciembre de 2010

Zhàn Shì I




I. En el bosque silencioso de bambú


Liu Xiao observaba a su alrededor con sus ojos gatunos y rasgados esperando que un solo movimiento delatara la posición de su atacante, nada de lo que ocurría entre las cañas escapaba a su control mientras el viento revolvía sus cabellos largos y lisos que libres del moño se mostraban en toda su plenitud rodeando su rostro. Su cuerpo esbelto parecía en reposo, sin embargo todos y cada uno de sus músculos estaban en tensión bajo la suave tela blanca de su hanfu, las mangas largas cubrían sus manos casi tapando los dedos por completo y de esa forma podía ocultar el gesto mediante el cual mantenía asida la empuñadura de su espada, no tardó mucho en ocurrir lo que esperaba, o tal vez sí, pero realmente no se dio cuenta pues solo prestaba atención al salvaje entorno que le rodeaba. De pronto, de entre el exuberante verdor de la naturaleza una sombra negra prácticamente voló hasta su posición pues sus pies apenas si rozaron el borde de las altas cañas cuando corrió sobre el aire para encontrarse con el filo de su espada.

Liu Xiao detuvo el golpe con gran habilidad, aunque la de su oponente no quedaba atrás, observó la figura menuda del atacante con un brillo que sus pupilas ambarinas no habían tenido en mucho tiempo, movió los pies en un gesto circular enviando a su contrincante contra las cañas saltando a su vez para no darle tregua, el mayor interés de Xiao estaba concentrado en descubrir la identidad de aquel, pero cuanto más se esforzaban más descubrían la igualdad de sus fuerzas, podrían haber pasado toda la vida peleando sin embargo ninguno tenía tanto tiempo. Finalmente el misterioso atacante cometió un error al no medir la distancia que tenía para retroceder a los fuertes embates por lo que cuando trató de dar un nuevo paso su espalda chocó contra el bambú y su espada voló de entre sus dedos hasta clavarse a varios metros completamente fuera de su alcance.

Cuando la mano de Xiao retiró la máscara que cubría la cara de su atacante no pudo menos que sorprenderse, era el ser más hermoso que había visto en toda su vida, el cabello era más corto que el suyo pero igual de oscuro, sus ojos grandes reflejaban serenidad y valor, tal como su espada había demostrado, mientras que sus labios carnosos eran portadores de un gesto embriagante , entonces se acercó hasta casi rozarlos disfrutando del delicado aroma a lirios que el cuerpo desprendía, luego se volvió dejando que sus mechones rozaran la piel blanca y envainó su espada.
- Cuando llegue el momento busca a Liu Xiao.-

Mientras caminaba por entre el bambú sonrió sabiendo que al cruzar sus aceros habían averiguado más del otro de lo que podrían saber tras una conversación, desde que el filo de su jian se había cruzado con el de su oponente había sabido que su intención no era malvada, pero en ese instante solo deseaba volver a mirar aquellos ojos de bellos tonos violáceos.

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